5 Cuando llegó, encontró reunidos a los capitanes del ejército y les dijo:—Tengo un mensaje para el capitán.—¿Para cuál de todos nosotros? —preguntó Jehú.—Para usted, mi capitán —respondió.
6 Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el profeta lo ungió con el aceite y declaró:«Así dice el Señor, Dios de Israel: “Ahora te unjo como rey sobre mi pueblo Israel.
7 Destruirás a la familia de Acab, tu señor, y así me vengaré de la sangre de mis siervos los profetas; castigando a Jezabel, vengaré la sangre de todos mis siervos.
8 Toda la familia de Acab perecerá, pues de sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre.
9 Haré con ellos lo mismo que hice con la familia de Jeroboán hijo de Nabat y con la familia de Basá hijo de Ahías.
10 Y en cuanto a Jezabel, los perros se la comerán en el campo de Jezrel, y nadie le dará sepultura.”»Acto seguido, el profeta abrió la puerta y huyó.
11 Cuando Jehú salió para volver a reunirse con los capitanes, uno de ellos le preguntó:—¿Todo bien? ¿Qué quería ese loco?—Ustedes ya lo conocen —respondió—, y saben cómo habla.