1 Una vez que el rey David se hubo establecido en su palacio, el Señor le dio descanso de todos los enemigos que lo rodeaban.
2 Entonces el rey le dijo al profeta Natán:—Como puedes ver, yo habito en un palacio de cedro, mientras que el arca de Dios se encuentra bajo el toldo de una tienda de campaña.
3 —Bien —respondió Natán—. Haga Su Majestad lo que su corazón le dicte, pues el Señor está con usted.
4 Pero aquella misma noche la palabra del Señor vino a Natán y le dijo:
5 «Ve y dile a mi siervo David que así dice el Señor: “¿Serás tú acaso quien me construya una casa para que yo la habite?
6 Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto, y hasta el día de hoy, no he habitado en casa alguna, sino que he andado de acá para allá, en una tienda de campaña a manera de santuario.