29 Tomen en cuenta que yo, el Señor, les he dado el sábado. Por eso en el día sexto les doy pan para dos días. El día séptimo nadie debe salir. Todos deben quedarse donde estén.»
30 Fue así como los israelitas descansaron el día séptimo.
31 Y llamaron al pan «maná». Era blanco como la semilla de cilantro, y dulce como las tortas con miel.
32 —Esto es lo que ha ordenado el Señor —dijo Moisés—: “Tomen unos dos litros de maná, y guárdenlos para que las generaciones futuras puedan ver el pan que yo les di a comer en el desierto, cuando los saqué de Egipto.”
33 Luego Moisés le dijo a Aarón:—Toma una vasija y pon en ella unos dos litros de maná. Colócala después en la presencia del Señor, a fin de conservarla para las generaciones futuras.
34 Aarón puso el maná ante el arca del pacto, para que fuera conservado como se lo ordenó el Señor a Moisés.
35 Comieron los israelitas maná cuarenta años, hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán, que fue su país de residencia.