4 Otra vez me dijo: «Hijo de hombre, ve a la nación de Israel y proclámale mis palabras.
5 No te envío a un pueblo de lenguaje complicado y difícil de entender, sino a la nación de Israel.
6 No te mando a naciones numerosas de lenguaje complicado y difícil de entender, aunque si te hubiera mandado a ellas seguramente te escucharían.
7 Pero el pueblo de Israel no va a escucharte porque no quiere obedecerme. Todo el pueblo de Israel es terco y obstinado.
8 No obstante, yo te haré tan terco y obstinado como ellos.
9 ¡Te haré inquebrantable como el diamante, inconmovible como la roca! No les tengas miedo ni te asustes, por más que sean un pueblo rebelde.»
10 Luego me dijo: «Hijo de hombre, escucha bien todo lo que voy a decirte, y atesóralo en tu corazón.