9 »Toma trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena; viértelos en un recipiente y amásalos para hacer pan, pues ése será tu alimento durante los trescientos noventa días que estarás acostado sobre tu lado izquierdo.
10 Cada día comerás, a una hora fija, una ración de un cuarto de kilo.
11 También a una hora fija beberás medio litro de agua.
12 Cocerás ese pan con excremento humano, y a la vista de todos lo comerás, como si fuera una torta de cebada.»
13 Luego el Señor añadió: «De igual manera, los israelitas comerán alimentos impuros en medio de las naciones por donde los voy a dispersar.»
14 Entonces exclamé: «¡No, Señor mi Dios! ¡Yo jamás me he contaminado con nada! Desde mi niñez y hasta el día de hoy, jamás he comido carne de ningún animal que se haya encontrado muerto, o que haya sido despedazado por las fieras. ¡Por mi boca no ha entrado ningún tipo de carne impura!»
15 «Está bien —me respondió—, te doy permiso para que hornees tu pan con excremento de vaca en vez de excremento humano.»