10 Por eso le dijo a Abraham:—¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac.
11 Este asunto angustió mucho a Abraham porque se trataba de su propio hijo.
12 Pero Dios le dijo a Abraham: «No te angusties por el muchacho ni por la esclava. Hazle caso a Sara, porque tu descendencia se establecerá por medio de Isaac.
13 Pero también del hijo de la esclava haré una gran nación, porque es hijo tuyo.»
14 Al día siguiente, Abraham se levantó de madrugada, tomó un pan y un odre de agua, y se los dio a Agar, poniéndoselos sobre el hombro. Luego le entregó a su hijo y la despidió. Agar partió y anduvo errante por el desierto de Berseba.
15 Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de un arbusto
16 y fue a sentarse sola a cierta distancia, pues pensaba: «No quiero ver morir al niño.» En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente.