9 «Así dice el Señor: “De esta misma manera destruiré el orgullo de Judá y el gran orgullo de Jerusalén.
10 Este pueblo malvado, que se niega a obedecerme, que sigue la terquedad de su corazón y va tras otros dioses para servirlos y adorarlos, será como este cinturón, que no sirve para nada.
11 Porque así como el cinturón se ajusta a la cintura del hombre, así procuré que todo el pueblo de Israel y toda la tribu de Judá se ajustaran a mí —afirma el Señor— para que fueran mi pueblo y mi renombre, mi honor y mi gloria. ¡Pero no obedecieron!”
12 »Diles también lo siguiente: “Así dice el Señor, el Dios de Israel: ‘Todo cántaro se llenará de vino.’ Y si ellos te dicen: ‘¿Acaso no sabemos bien que todo cántaro se debe llenar de vino?’,
13 entonces les responderás que así dice el Señor: ‘Voy a llenar de vino a todos los habitantes de este país: a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes y a todos los habitantes de Jerusalén.
14 Haré que se despedacen unos a otros, padres e hijos por igual. No les tendré piedad ni lástima, sino que los destruiré sin compasión.’ Lo afirma el Señor.”»
15 ¡Escúchenme, préstenme atención!¡No sean soberbios, que el Señor mismo lo ha dicho!