27 Con los sueños que se cuentan unos a otros pretenden hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, como sus antepasados se olvidaron de mi nombre por el de Baal.
28 El profeta que tenga un sueño, que lo cuente; pero el que reciba mi palabra, que la proclame con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el grano? —afirma el Señor—.
29 ¿No es acaso mi palabra como fuego, y como martillo que pulveriza la roca? —afirma el Señor—.
30 »Por eso yo estoy contra los profetas que se roban mis palabras entre sí —afirma el Señor—.
31 Yo estoy contra los profetas que sueltan la lengua y hablan por hablar —afirma el Señor—.
32 Yo estoy contra los profetas que cuentan sueños mentirosos, y que al contarlos hacen que mi pueblo se extravíe con sus mentiras y sus presunciones —afirma el Señor—. Yo no los he enviado ni les he dado ninguna orden. Son del todo inútiles para este pueblo —afirma el Señor—.
33 »Y si este pueblo, o algún profeta o sacerdote, te pregunta: “¿Qué mensaje tenemos del Señor?”, tú les responderás: “¿De qué mensaje hablan?” Yo los abandonaré —afirma el Señor—.