6 —¡Amén! Que así lo haga el Señor. Que cumpla el Señor las palabras que has profetizado. Que devuelva a este lugar los utensilios de la casa del Señor y a todos los que fueron deportados a Babilonia.
7 Pero presta atención a lo que voy a decirles a ti y a todo el pueblo:
8 Los profetas que nos han precedido profetizaron guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos.
9 Pero a un profeta que anuncia paz se le reconoce como profeta verdaderamente enviado por el Señor, sólo si se cumplen sus palabras.
10 Entonces el profeta Jananías tomó el yugo que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, y lo quebró.
11 Y dijo en presencia de todo el pueblo:—Así dice el Señor: “De esta manera voy a quebrar, dentro de dos años, el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que pesa sobre el cuello de todas las naciones.”El profeta Jeremías, por su parte, optó por seguir su camino.
12 Algún tiempo después de que el profeta Jananías quebrara el yugo que pesaba sobre el cuello de Jeremías, la palabra del Señor vino a este profeta: