25 que les dijera a Aarón y a sus hijos: «Ésta es la ley respecto al sacrificio expiatorio: La víctima deberá ser degollada ante el Señor, en el mismo lugar donde se degüellan los animales para el holocausto. Es algo sumamente sagrado.
26 El mismo sacerdote que ofrezca el sacrificio expiatorio deberá comérselo. Se lo comerá en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda de reunión.
27 Cualquier cosa que toque la carne del sacrificio quedará consagrada. Si su sangre llega a salpicar algún vestido, éste deberá lavarse en un lugar santo.
28 Además, deberá romperse la vasija de barro en que se haya cocido el sacrificio; pero si se cuece en una vasija de bronce, ésta se restregará y se enjuagará con agua.
29 Todo varón entre los sacerdotes podrá comer del sacrificio. Es algo sumamente sagrado.
30 Pero no se comerá ningún sacrificio expiatorio cuya sangre haya sido llevada a la Tienda de reunión para hacer propiciación en el santuario; este sacrificio se consumirá en el fuego.