30 Entonces Moisés y los ancianos regresaron al campamento.
31 El Señor desató un viento que trajo codornices del mar y las dejó caer sobre el campamento. Las codornices cubrieron los alrededores del campamento, en una superficie de casi un día de camino y a una altura de casi un metro sobre la superficie del suelo.
32 El pueblo estuvo recogiendo codornices todo ese día y toda esa noche, y todo el día siguiente. ¡Ninguno recogió menos de dos toneladas! Después las distribuyeron por todo el campamento.
33 Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca cuando la ira del Señor se encendió contra el pueblo y los hirió con gran mortandad.
34 Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá, porque allí fue sepultado el pueblo glotón.
35 Desde Quibrot Hatavá el pueblo partió rumbo a Jazerot, y allí se quedó.