8 Una noche tuve una visión, en la que vi a un hombre montado en un caballo alazán. Ese hombre se detuvo entre los arrayanes que había en una hondonada. Detrás de él había jinetes en caballos alazanes, bayos y blancos.
9 Yo le pregunté: «¿Qué significan estos jinetes, mi señor?» El ángel que hablaba conmigo me respondió: «Voy a explicarte lo que significan.»
10 Y el hombre que estaba entre los arrayanes me dijo: «El Señor ha enviado estos jinetes a recorrer toda la tierra.»
11 Los jinetes informaron al ángel del Señor, que estaba entre los arrayanes: «Hemos recorrido toda la tierra. Por cierto, la encontramos tranquila y en paz.»
12 Ante esto, el ángel del Señor replicó: «Señor Todopoderoso, ¿hasta cuándo te negarás a compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, con las que has estado enojado estos setenta años?»
13 El Señor le respondió con palabras buenas y consoladoras al ángel que hablaba conmigo,
14 y luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje de parte del Señor Todopoderoso:»“Mi amor por Sión y por Jerusalénme hace sentir celos por ellas.