8 Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos.
9 No se dejen llevar por ninguna clase de enseñanzas extrañas. Conviene que el corazón sea fortalecido por la gracia, y no por alimentos rituales que de nada aprovechan a quienes los comen.
10 Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que ofician en el tabernáculo.
11 Porque el sumo sacerdote introduce la sangre de los animales en el Lugar Santísimo como sacrificio por el pecado, pero los cuerpos de esos animales se queman fuera del campamento.
12 Por eso también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, sufrió fuera de la puerta de la ciudad.
13 Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento, llevando la deshonra que él llevó,
14 pues aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad venidera.