27 porque sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios.
28 Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.
29 Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño.
30 Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan.
31 Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de amonestar con lágrimas a cada uno en particular.
32 »Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para edificarlos y darles herencia entre todos los santificados.
33 No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie.