4 Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.
5 Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas.
6 Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no captaron el sentido de sus palabras.
7 Por eso volvió a decirles: «Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso.
9 Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos.
10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.