7 —Ahora no entiendes lo que estoy haciendo —le respondió Jesús—, pero lo entenderás más tarde.
8 —¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!—Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.
9 —Entonces, Señor, ¡no sólo los pies sino también las manos y la cabeza!
10 —El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies —le contestó Jesús—; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos.
11 Jesús sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.
12 Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo:—¿Entienden lo que he hecho con ustedes?
13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.