32 También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados.
33 Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.
34 —Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen.Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.
35 La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los gobernantes estaban burlándose de él.—Salvó a otros —decían—; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el Escogido.
36 También los soldados se acercaron para burlarse de él. Le ofrecieron vinagre
37 y le dijeron:—Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38 Resulta que había sobre él un letrero, que decía: «Éste es el Rey de los judíos.»