39 —Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.Así que el hombre se fue y proclamó por todo el pueblo lo mucho que Jesús había hecho por él.
40 Cuando Jesús regresó, la multitud se alegró de verlo, pues todos estaban esperándolo.
41 En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa,
42 porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo.Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban.
43 Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla.
44 Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia.
45 —¿Quién me ha tocado? —preguntó Jesús.Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo:—Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.