7 «¿Por qué habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»
8 En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando.—¿Por qué razonan así? —les dijo—.
9 ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “Tus pecados son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”?
10 Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—:
11 A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
12 Él se levantó, tomó su camilla en seguida y salió caminando a la vista de todos. Ellos se quedaron asombrados y comenzaron a alabar a Dios.—Jamás habíamos visto cosa igual —decían.
13 De nuevo salió Jesús a la orilla del lago. Toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.