21 —¿A cuál de los dos quieren que les suelte? —preguntó el gobernador.—A Barrabás.
22 —¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?—¡Crucifícalo! —respondieron todos.
23 —¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?Pero ellos gritaban aún más fuerte:—¡Crucifícalo!
24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.—Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!
25 —¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.
26 Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.
27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron a toda la tropa alrededor de él.