28 Y al oírle hablar Eliab, su hermano mayor, con aquellos hombres, Eliab se encendió en ira contra David y le dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
29 Y David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿Acaso no hay una causa?
30 Y apartándose de él hacia otros, preguntó lo mismo; y el pueblo le respondió lo mismo que antes.
31 Y fueron oídas las palabras que David había dicho, y se lo contaron a Saúl, y él lo hizo venir.
32 Y dijo David a Saúl: No se desaliente el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará con este filisteo.
33 Y dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él, porque tú eres un muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.
34 Y David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león o un oso y tomaba algún cordero de la manada,