2 Así ha dicho Ciro, rey de Persia: Jehová, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá.
3 Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa de Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.
4 Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde peregrine, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, y con oro, y con bienes y con ganado, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.
5 Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y los levitas, junto con todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.
6 Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con utensilios de plata, con oro, con bienes, y con ganado y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente.
7 Y el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová que Nabucodonosor se había llevado de Jerusalén y había puesto en la casa de sus dioses.
8 Los sacó, pues, Ciro, rey de Persia, por medio del tesorero Mitrídates, el cual los contó y se los entregó a Sesbasar, príncipe de Judá.