8 traigan la vestidura real con la que el rey se viste, y el caballo en el que el rey cabalga y la corona real que está puesta sobre su cabeza;
9 y entreguen la vestidura y el caballo en manos de uno de los príncipes más nobles del rey, y vistan al hombre a quien el rey desea honrar, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad y pregonen delante de él: Así se hace al hombre a quien el rey desea honrar.
10 Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma la vestidura y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, quien se sienta a la puerta del rey; no omitas nada de todo lo que has dicho.
11 Y Amán tomó la vestidura y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo llevó en el caballo por la plaza de la ciudad e hizo pregonar delante de él: Así se hace al hombre a quien el rey desea honrar.
12 Después de esto Mardoqueo volvió a la puerta del rey, y Amán se apresuró a volver a su casa, apesadumbrado y con la cabeza cubierta.
13 Y contó Amán a Zeres, su esposa, y a todos sus amigos todo lo que le había acontecido; entonces le dijeron sus sabios y Zeres, su esposa: Si Mardoqueo, delante de quien has comenzado a caer, es de la descendencia de los judíos, no lo vencerás, sino que ciertamente caerás delante de él.
14 Aún estaban ellos hablando con él cuando los eunucos del rey llegaron y se apresuraron a llevar a Amán al banquete que Ester había preparado.