1 Y sucedió que cuando el muro fue reedificado, y coloqué las puertas, y fueron designados porteros y cantores y levitas,
2 puse a mi hermano Hanani y a Hananías, jefe de la fortaleza, a cargo de Jerusalén (porque éste era hombre fiel y temeroso de Dios, más que muchos)
3 y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y mientras todavía haya guardias allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y señalé guardias de entre los habitantes de Jerusalén, cada cual en su guardia, y cada uno delante de su casa.
4 Y la ciudad era espaciosa y grande, pero había poco pueblo dentro de ella y no había casas reedificadas.