14 sabiendo que dentro de poco tengo que dejar éste, mi tabernáculo, como nuestro Señor Jesucristo me lo ha declarado.
15 También yo procuraré con diligencia que, después de mi fallecimiento, vosotros podáis siempre tener memoria de estas cosas.
16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas astutamente inventadas, sino que con nuestros propios ojos hemos visto su majestad.
17 Porque él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando una voz le fue enviada desde la magnífica gloria, diciendo: Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.
18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.
19 Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y la estrella de la mañana salga en vuestros corazones,
20 entendiendo primero esto: que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,