4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido designados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en disolución la gracia de nuestro Dios y niegan a Dios, el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.
5 Quiero, pues, recordaros, ya que alguna vez habéis sabido esto, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creían.
6 Y a los ángeles que no guardaron su estado original, sino que dejaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, hasta el juicio del gran día;
7 así también Sodoma y Gomorra, y las ciudades circunvecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado y seguido vicios contra la naturaleza, fueron puestas como ejemplo al sufrir el juicio del fuego eterno.
8 De la misma manera también estos soñadores mancillan su carne, y menosprecian la autoridad, y vituperan las potestades superiores.
9 Pero cuando el arcángel Miguel argumentaba con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
10 Pero éstos maldicen las cosas que no conocen; y en las cosas que por naturaleza conocen, como animales irracionales, se corrompen.