1 Sométase toda alma a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios son ordenadas.
2 Así que, el que se opone a la autoridad, a lo ordenado por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí.
3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella;
4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; pues no en vano lleva la espada, porque es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.