3 El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha aceptado.
4 Tú, ¿quién eres, que juzgas al siervo ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero se afirmará, porque poderoso es el Señor para afirmarle.
5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su opinión.
6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, no lo hace para el Señor. El que come, come para el Señor, porque da gracias a Dios; y el que no come, no come para el Señor, y da gracias a Dios.
7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
8 Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
9 Porque Cristo para esto murió, y resucitó y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los muertos como de los que viven.