16 Amados hermanos míos, no erréis.
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, y desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación.
18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuésemos como las primicias de sus criaturas.
19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse,
20 porque la ira del hombre no produce la justicia de Dios.
21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y exceso de malicia que tanto abunda, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.