9 Afligíos, y lamentad y llorad. ¡Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza!
10 Humillaos delante del Señor, y él os ensalzará.
11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano, y juzga a su hermano, murmura de la ley, y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
12 Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y destruir. ¿Quién eres tú para juzgar a otro?
13 ¡Vamos ahora!, los que decís: Hoy o mañana iremos a tal ciudad, estaremos allá un año, compraremos mercadería y ganaremos;
14 y ni siquiera sabéis lo que será mañana. Porque, ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.
15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.