13 Pero Ana oraba en silencio y solamente se movían sus labios; su voz no se oía, por lo que Elí la tuvo por ebria.
14 Entonces le dijo Elí:—¿Hasta cuándo estarás ebria? ¡Digiere tu vino!
15 Pero Ana le respondió:—No, señor mío; soy una mujer atribulada de espíritu. No he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.
16 No tengas a tu sierva por una mujer impía, porque solo por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he estado hablando hasta ahora.
17 —Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho —le dijo Elí.
18 —Halle tu sierva gracia delante de tus ojos —respondió ella.Se fue la mujer por su camino, comió, y no estuvo más triste.
19 Se levantaron de mañana, adoraron delante de Jehová y volvieron de regreso a su casa en Ramá. Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.