8 Saúl se enojó mucho y le desagradaron estas palabras, pues decía:«A David le dan diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.»
9 Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.
10 Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios se apoderó de Saúl, y él deliraba en medio de la casa. David tocaba como otras veces. Saúl tenía la lanza en la mano.
11 Saúl arrojó la lanza, pensando: «Voy a clavar a David en la pared.» Pero David lo evadió dos veces.
12 Temía Saúl a David, por cuanto Jehová estaba con él, y de Saúl se había apartado;
13 por eso Saúl lo alejó de su lado y lo puso al frente de un millar de hombres. Así David salía y entraba a la cabeza de sus hombres.
14 David se conducía prudentemente en todos sus asuntos y Jehová estaba con él.