8 Pregunta a tus criados y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia a tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tengas a mano a tus siervos y a tu hijo David.”»
9 Los jóvenes enviados por David fueron y dijeron a Nabal todas estas cosas en nombre de David, y callaron.
10 Pero Nabal respondió a los jóvenes enviados por David:—¿Quién es David, quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.
11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?
12 Los jóvenes que había enviado David, dando media vuelta, tomaron el camino de regreso. Cuando llegaron a donde estaba David, le dijeron todas estas cosas.
13 Entonces David dijo a sus hombres:«Cíñase cada uno su espada.»Cada uno se ciñó su espada y también David se ciñó la suya. Subieron tras David unos cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.
14 Pero uno de los criados avisó a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: «Mira que David ha enviado mensajeros del desierto para saludar a nuestro amo, y él los ha despreciado.