22 Cuando se levantaron por la mañana y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre
23 y dijeron: «¡Esto es sangre derramada a espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro y cada uno ha dado muerte a su compañero. Conque ¡al botín, Moab!»
24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron ante ellos. Entonces los persiguieron, mataron a los de Moab,
25 asolaron las ciudades y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra y las llenaron. Cegaron también todas las fuentes de las aguas y derribaron todos los buenos árboles. Sólo quedó en pie la ciudad de Kir-hareset, pero los honderos la rodearon y la destruyeron.
26 Cuando el rey de Moab vio que lo vencían en la batalla, tomó consigo setecientos hombres que manejaban espada para atacar al rey de Edom; pero no pudieron hacerlo.
27 Entonces tomó a su primogénito, que había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Esto provocó tan gran enojo contra Israel, que se alejaron de allí y regresaron a su tierra.