10 Te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, pongamos allí una cama, una mesa, una silla y un candelabro, para que cuando él venga a visitarnos, se quede en él.
11 Aconteció que un día vino él por allí, se quedó en aquel aposento y allí durmió.
12 Entonces dijo a Giezi, su criado:—Llama a esta sunamita.El criado la llamó, y cuando ella se presentó ante él,
13 Eliseo dijo a Giezi:—Dile: “Ciertamente te has mostrado solícita hacia nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército?”—Yo habito en medio de mi pueblo —respondió ella.
14 —¿Qué, pues, haremos por ella? —dijo él.Y Giezi respondió:—Ella no tiene hijos y su marido es viejo.
15 —Llámala —dijo Eliseo.Él la llamó y ella se paró en la puerta.
16 Entonces Eliseo le dijo:—El año que viene, por este tiempo, sostendrás un hijo en tus brazos.Ella dijo:—No, señor mío, varón de Dios, no te burles de tu sierva.