38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había mucha hambre en la tierra. Los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: «Pon una olla grande y haz potaje para los hijos de los profetas.»
39 Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas, halló una como parra montés y llenó su falda de calabazas silvestres. Regresó y las rebanó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.
40 Después sirvió para que comieran los hombres. Pero sucedió que al comer ellos de aquel guisado, empezaron a gritar:—¡Hombre de Dios, hay muerte en esa olla!Y no se lo pudieron comer.
41 Entonces Eliseo dijo:«Traed harina.»La esparció en la olla y dijo:«Da de comer a la gente.»Y no había ya ningún mal en la olla.
42 Llegó entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y Eliseo dijo:—Da a la gente para que coma.
43 Su sirviente respondió:—¿Cómo podré servir esto a cien hombres?Pero Eliseo insistió:—Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: “Comerán y sobrará.”
44 Entonces el criado les sirvió, ellos comieron y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.