31 Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo:—¿Todo le va bien a Zimri, asesino de su señor?
32 Alzó él entonces su rostro hacia la ventana y dijo:—¿Quién está conmigo? ¿quién?Se inclinaron hacia él dos o tres eunucos.
33 Y Jehú les ordenó:—Echadla abajo.Ellos la echaron, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos. Y él la atropelló.
34 Entró luego Jehú, y después que comió y bebió, dijo:—Id ahora a ver a aquella maldita y sepultadla, pues es hija de rey.
35 Pero cuando fueron a sepultarla no hallaron de ella más que la calavera, los pies y las palmas de las manos.
36 Entonces regresaron a comunicárselo. Y él dijo:—Ésta es la palabra que Dios pronunció por medio de su siervo Elías, el tisbita: “En la heredad de Jezreel se comerán los perros las carnes de Jezabel.
37 El cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: ‘Ésta es Jezabel.’”