1 Cuando vayas a la casa de Dios, guarda tu pie. Acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, quienes no saben que hacen mal.
2 No te des prisa a abrir tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios, porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra. Sean, por tanto, pocas tus palabras.
3 Porque de las muchas ocupaciones vienen los sueños, y de la multitud de palabras la voz del necio.
4 Cuando a Dios hagas promesa, no tardes en cumplirla, porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5 Mejor es no prometer que prometer y no cumplir.
6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni delante del ángel digas que fue por ignorancia. ¿Por qué hacer que Dios se enoje a causa de tus palabras y destruya la obra de tus manos?