4 Pues yo y mi pueblo hemos sido vendidos, para ser exterminados, para ser muertos y aniquilados. Si hubiéramos sido vendidos como siervos y siervas, me callaría; pero nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.
5 El rey Asuero preguntó a la reina Ester:—¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer semejante cosa?
6 Ester dijo:—¡El enemigo y adversario es este malvado Amán!Se turbó Amán entonces delante del rey y de la reina.
7 El rey se levantó del banquete, encendido en ira, y se fue al huerto del palacio. Pero Amán se quedó para suplicarle a la reina Ester por su vida, pues vio el mal que se le venía encima de parte del rey.
8 Cuando el rey volvió del huerto del palacio al aposento del banquete, Amán se había dejado caer sobre el lecho en que estaba Ester. Entonces exclamó el rey:—¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa?Al proferir el rey estas palabras, le cubrieron el rostro a Amán.
9 Y Harbona, uno de los eunucos que servían al rey, dijo:—En la casa de Amán está la horca de cincuenta codos de altura que hizo Amán para Mardoqueo, quien habló para bien del rey.Dijo el rey:—Colgadlo en ella.
10 Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo. Y se apaciguó la ira del rey.