14 Así, pues, siguieron adelante, y cuando se les puso el sol estaban junto a Gabaa, ciudad de la tribu de Benjamín.
15 Entonces se apartaron del camino y entraron en Gabaa para pasar allí la noche, pero se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiera en su casa para pasar la noche.
16 Llegó entonces un hombre viejo que venía de su trabajo del campo al anochecer, el cual era de los montes de Efraín y vivía como forastero en Gabaa, pues los habitantes de aquel lugar eran hijos de Benjamín.
17 Alzando el viejo los ojos vio a aquel caminante en la plaza de la ciudad, y le dijo:—¿A dónde vas y de dónde vienes?
18 Él respondió:—Venimos de Belén de Judá y vamos a la parte más remota de los montes de Efraín, de donde soy. Estuve en Belén de Judá, pero ahora voy a la casa de Jehová y no hay quien me reciba en su casa.
19 Tenemos paja y forraje para nuestros asnos; también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo. No nos falta nada.
20 El hombre anciano le dijo entonces:—La paz sea contigo. Tu necesidad toda quede solamente a mi cargo, con tal que no pases la noche en la plaza.