28 pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:
29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; si os guardáis de estas cosas, bien haréis. Pasadlo bien.»
30 Así pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía y, reuniendo a la congregación, entregaron la carta.
31 Habiéndola leído, se regocijaron por la consolación.
32 Judas y Silas, que también eran profetas, consolaron y animaron a los hermanos con abundancia de palabras.
33 Después de pasar algún tiempo allí, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a aquellos que los habían enviado.
34 Sin embargo, a Silas le pareció bien quedarse allí.