8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros;
9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.
10 Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
12 Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.
13 Cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo:—Hermanos, oídme.
14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre.