9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, fueron saliendo uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los más jóvenes; solo quedaron Jesús y la mujer que estaba en medio.
10 Enderezándose Jesús y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo:—Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella dijo:—Ninguno, Señor.Entonces Jesús le dijo:—Ni yo te condeno; vete y no peques más.
12 Otra vez Jesús les habló, diciendo:—Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13 Entonces los fariseos le dijeron:—Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es válido.
14 Respondió Jesús y les dijo:—Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy.
15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.