2 No hay conmigo sino escarnecedores, En cuya acrimonia se detienen mis ojos.
3 Pon ahora, dame fianza para litigar contigo: ¿Quién tocará ahora mi mano?
4 Porque á éstos has tú escondido su corazón de inteligencia: Por tanto, no los ensalzarás.
5 El que denuncia lisonjas á sus prójimos, Los ojos de sus hijos desfallezcan.
6 El me ha puesto por parábola de pueblos, Y delante de ellos he sido como tamboril.
7 Y mis ojos se oscurecieron de desabrimiento, Y mis pensamientos todos son como sombra.
8 Los rectos se maravillarán de esto, Y el inocente se levantará contra el hipócrita.