8 Allegaos á Dios, y él se allegará á vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros de doblado ánimo, purificad los corazones.
9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
10 Humillaos delante del Señor, y él os ensalzará.
11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano, y juzga á su hermano, este tal murmura de la ley, y juzga á la ley; pero si tú juzgas á la ley, no eres guardador de la ley, sino juez.
12 Uno es el dador de la ley, que puede salvar y perder: ¿quién eres tú que juzgas á otro?
13 Ea ahora, los que decís: Hoy y mañana iremos á tal ciudad, y estaremos allá un año, y compraremos mercadería, y ganaremos:
14 Y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.