2 Entonces el rey llamó a su esposa y le dijo:«Quiero que vayas a Silo, donde encontrarás al profeta Ajías, el que me dijo que yo sería rey de este pueblo. Pero disfrázate, para que nadie sepa que eres mi esposa.
3 Llévale diez panes, y tortas y un tarro con miel, y pregúntale qué va a pasar con nuestro hijo.»
4 La mujer de Jeroboán hizo lo que éste le ordenó y fue a Silo. Llegó a la casa de Ajías, que por su avanzada edad ya no podía ver.
5 Pero el Señor le había dicho:«Ajías, la mujer de Jeroboán va a venir a consultarte acerca de su hijo enfermo. Viene disfrazada, pero cuando llegue le dirás lo que yo te mande.»
6 Cuando ella llegó y cruzó la puerta, Ajías escuchó sus pisadas y le dijo:«Entra, mujer de Jeroboán. ¿Por qué vienes disfrazada? Escucha bien, que tengo un mensaje muy duro para ti.
7 Regresa con Jeroboán y dile: “Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: ‘Yo te levanté de en medio del pueblo y te hice jefe de los israelitas.
8 Yo deshice el reino de la casa de David y te lo entregué, pero tú no te has conducido como mi siervo David, pues él obedeció mis mandamientos, me buscó con todo su corazón, y se esforzó por vivir con rectitud delante de mí.