2 En Maón vivía un hombre muy rico, con una gran hacienda en Carmel, donde tenía tres mil ovejas y mil cabras, y en esos días estaba trasquilando sus ovejas.
3 Se llamaba Nabal, y su esposa se llamaba Abigaíl. Ella era una mujer hermosa e inteligente, pero Nabal, que era descendiente de Caleb, era duro y malvado.
4 David, que estaba en el desierto, supo que Nabal estaba trasquilando sus ovejas,
5 así que envió a diez de sus criados a visitar a Nabal. Les dijo:«Vayan a Carmel y saluden de mi parte a Nabal.
6 Díganle: “Que la paz sea contigo y con tu familia. Que la paz sea con todas tus posesiones.
7 Por medio de tus pastores, que han estado con nosotros, he sabido que estás trasquilando tus ovejas. Los hemos tratado bien, y nada les ha faltado en todo el tiempo que han estado en Carmel.
8 Pregúntales, y te lo dirán. Espero que estos jóvenes sean dignos de tu bondad y lleguen a ti en buen momento. Por favor, dales lo que tengas a la mano. Así ayudarás a tu hijo David.”»