26 Pero digan de mi parte al rey de Judá, que los ha enviado a consultarme, que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: ‘Puesto que prestaste atención a las palabras del libro
27 acerca de este lugar y de sus habitantes, y al oírlas te conmoviste de corazón y te humillaste delante de mí, y te rasgaste las vestiduras y lloraste en mi presencia, yo también te he oído.’—Palabra del Señor.
28 ”Yo te pondré junto con tus padres, y serás sepultado en paz, y tus ojos no verán todo el mal que voy a traer sobre este lugar y sobre sus habitantes.”»En cuanto ellos comunicaron al rey la respuesta,
29 el rey ordenó que se reunieran todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
30 Entonces el rey se dirigió al templo del Señor, acompañado por todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, y por los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el más pequeño, y leyó en voz alta todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en el templo del Señor.
31 Allí mismo, delante del Señor, el rey se puso de pie y se comprometió a ir en pos del Señor y a cumplir sus mandamientos, testimonios y estatutos con todo su corazón y con toda su alma, y a poner en práctica las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro.
32 Hizo también que se comprometieran a ello todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín, y los habitantes de Jerusalén cumplieron con el pacto de Dios, el Dios de sus padres.