2 Pero Manasés hizo lo malo a los ojos del Señor, pues siguió las prácticas repugnantes de las naciones que el Señor había arrojado de la presencia de los israelitas;
3 además, reconstruyó los altares en los montes que Ezequías su padre había derribado, y erigió altares a Baal; hizo una imagen de Asera, como lo había hecho el rey Ajab de Israel, y adoró y rindió culto a todo el ejército de los cielos.
4 De igual manera, construyó altares en el templo del Señor, del cual el Señor había dicho: «Yo pondré mi nombre en Jerusalén»,
5 y en los dos atrios del templo del Señor construyó altares para todo el ejército de los cielos.
6 Además, a su hijo lo lanzó al fuego como sacrificio, y se entregó al estudio de los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, con lo que multiplicó la maldad a los ojos del Señor, para provocarlo a ira.
7 Él mismo hizo una imagen de Asera, y la puso en el templo del Señor, del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón:«Yo pondré mi nombre para siempre en este templo, y en Jerusalén, ciudad que yo escogí de entre todas las tribus de Israel.
8 Jamás volveré a permitir que Israel sea llevado lejos de la tierra que di a sus padres, siempre y cuando cumplan todo lo que yo les he mandado, y sigan todo lo que está en la ley que mi siervo Moisés les dio.»