21 Pero Itay le respondió:«Juro por el Señor y por Su Majestad que, sea para vida o para muerte, este siervo estará dondequiera que Su Majestad esté.»
22 Entonces David le dijo:«Adelante, pues. Ven conmigo.»Así fue como Itay el guitita, y todos sus hombres y su familia, siguieron al rey.
23 Todo el pueblo lloraba amargamente, y junto con el rey cruzaron el torrente de Cedrón y tomaron el camino que lleva al desierto.
24 Entre los que huían estaban el sacerdote Sadoc y los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Mientras todo el pueblo salía de la ciudad, ellos descansaron del arca, y luego los siguió Sadoc.
25 Cuando el rey vio esto, le dijo a Sadoc:«Lleva el arca de Dios de regreso a la ciudad. Si el Señor se digna verme con buenos ojos, me permitirá volver a ver el arca y su tabernáculo.
26 Pero si él me dice que ya no soy de su agrado, entonces que haga de mí lo que mejor le parezca.»
27 Además, el rey le dijo al sacerdote:«Tú, Sadoc, eres vidente. Así que regresa en paz a la ciudad, y llévate a tu hijo Ajimaz y a Jonatán, el hijo de Abiatar.